Hay varias rutas fluviales y lacustres para cruzar la cordillera a bordo de un kayak de mar, siendo la del Río Puelo una de las más hermosas y además factibles de hacer, incluso sin soporte externo y completamente autosuficiente.
Esta ruta implica varios porteos, algunos de considerable longitud, además de tener que negociar algunos problemas logísticos y técnicos pero nada que un grupo de kayakistas de mediana experiencia no puedan manejar. Sólo necesitamos entre 8 y 15 días de tiempo dependiendo del nivel de autosuficiencia, contemplación y de los caprichos del clima.
El viaje parte en la localidad de Río Puelo, en el hermano país trasandino, cerca del pueblo de El Bolsón, al sur de Bariloche. Allí zarparemos en las aguas del Lago Puelo, remando entre dos y tres horas, dependiendo del viento, y con una espectacular vista de la cordillera de los Andes hacia el poniente. Llegaremos al extremo oeste del Lago Puelo, donde este se estrecha para dar nacimiento al Lago Inferior, en el lado Chileno.
La pasada entre lagos es estrecha con un par de rápidos, pasables para los más avezados o porteables para los conservadores. Poco más allá de la mitad de este corto río, podemos encontrar el hito fronterizo que marca la frontera entre los dos países, y una excelente playa nos espera en la ribera este del Lago Inferior.
Este lago tiene unos 8 kilómetros de largo, con dos o tres pequeñas playas acampables en la ribera norte. Un par de horas de remado tranquilo nos llevarán hasta el retén de carabineros del paso “El Bolsón”, donde deberemos pasar los controles fronterizos.
Aquí es donde aparece el primer problema logístico culinario. No podremos pasar ningún alimento de origen animal o vegetal no procesado, según disposiciones del Servicio Agrícola Ganadero. O sea, adiós a las verduras, las frutas secas, nueces, miel, quesos, jamones, bifes de chorizo y etcéteras. Deberemos deshacernos de TODO antes de pasar, programando dos o tres días para poder engullirlo y llevarlo puesto. No está de más agregar que los gentiles carabineros nos recibirán cordialmente y nos podrán ayudar a resolver este primer obstáculo. Nos esperarán días de austeridad franciscana ya que no hay donde reponer los preciosos alimentos que tuvimos que dar de baja.
En este lugar nace el Río Puelo, desaguando el Lago Inferior. No será este nuestro destino ya que éste tramo del río no es apto para el kayak de mar. Seguiremos avanzando por dos lagos paralelos al río que nos obligarán a los respectivos porteos.
El primero de ellos es una larga subida desde el embarcadero, hasta el retén de carabineros y después una corta bajada hasta el lago Las Rocas. Es recomendable para los porteos, llevar un carrito con ruedas por kayak para ahorrarnos tiempo y esfuerzo. También es posible pedir transporte en ATV a los cuidadores de un lodge vecino.
En caso de necesitar comunicarnos con el mundo exterior, el retén cuenta con teléfono satelital además de radio de banda marina, que es el medio oficial de comunicación de los lugareños.
La playa en la orilla del lago Las Rocas nos ofrece una gran explanada de pasto, semiprotegida del viento donde podemos acampar.
Mientras acampamos en este lugar, podremos hacer un paseo por el día, remando o caminando tres kilómetros hasta Segundo Corral (de vuelta deberemos remontar el río) y preguntar por un trekking o cabalgata a un bosque de alerces milenarios.
Necesitaremos al menos un día completo para hacer este paseo.
Desde este extremo del lago Las Rocas zarparemos temprano, para evitar el fuerte viento que se encajona en esta playa y sopla en contra de nuestra ruta. El lago se puede cruzar en un par de horas con buenas condiciones. Hacia el norte se separa en dos brazos, y tiene un islote donde opera un lodge familiar “Las Bandurrias”. Si pretendemos alojar allí hay que avisar con tiempo ya que solo funciona con reservas.
El segundo porteo, de unos 3 kilómetros, une los lagos Las Rocas y Azul. Puede hacerse en dos o tres horas con un carrito, dependiendo de la carga que llevemos, o en una hora con ayuda de una carreta de bueyes contratada a los lugareños.
El camino es sumamente hermoso, deslizándose bajo las copas de gigantescos coigües para llegar a verdes potreros a orillas del lago Azul donde está la casa de unos colonos que incluso pueden proveer alojamiento y alimentación.
El lago Azul, denominado así por el mesmerizante color azul profundo de sus traslúcidas aguas, nos exige al menos un par de días para disfrutarlo. Tiene grandes playas en su extremo sur, y unas pequeñas a lo largo de la ribera oriental.
Aquí nos quedaremos hasta la próxima parte de este artículo, donde continuaremos nuestra ruta hacia el mar.
Cerúleamente,
Martin
Instructor de Kayak de Mar
martin@ecodeporte.cl
27 jul 2010
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